Enero17

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domingo, 22 de mayo de 2016

El Espíritu, el cuerpo físico, y el periespíritu.



¿Que apariencia tiene los espíritus?…

¿Usted ya ha pensado cómo es la apariencia de los espíritus después de la muerte?

¿Tendrán la apariencia de fantasmas?


¿Serán como una nube de humo?

¿O será que se presentan como almas en pena?

Ninguna de las alternativas está correcta. Los espíritus mantienen la apariencia que tenían cuando estaban encarnados en el cuerpo físico.

Ya tuvimos noticias de varios casos de apariciones de espíritus en todo el mundo. Y, en todos los casos, que se han vuelto célebres, las personas que tuvieron las visiones afirman que el espíritu tenía un cuerpo.

Pueden tener una luminosidad diferente, pero la apariencia es de un ser humano.

Uno de los casos bien conocido de todos nosotros es el encuentro de Jesús con los espíritus de Moisés y Elías.

Delante de Jesús y de los apóstoles Pedro, Tiago y Juan, esos dos espíritus se hacen visibles y con la misma apariencia que tenían cuando su cuerpo era de carne.

Otro ejemplo es del propio Cristo. Después de haber sido crucificado, surge entre los apóstoles y convive con ellos por largo tiempo.

Su apariencia era la misma de antes, a tal punto que todos los reconocieron.

Así, podemos eliminar de nuestras mentes esas ideas descabelladas de que los espíritus tienen una forma distinta a la que tenían cuando estaban encarnados.

Pero, si es verdad que el cuerpo físico queda en la tumba ¿qué cuerpo es ese que mantiene la misma forma?

La verdad es que nosotros estamos formados por tres elementos:

El Espíritu, el cuerpo físico, y el periespíritu.

El periespíritu es el que Pablo, apóstol, llamaba de cuerpo espiritual. Es formado de materia sutil, imperceptible a los ojos comunes, pero visible a los que tienen la facultad mediúmnica llamada clarividencia.

Y no es sólo la apariencia exterior que conservamos tras desencarnar. Mantenemos también todas las condiciones psíquicas que teníamos antes.

Nada da saltos en la naturaleza. Y con el espíritu no podría ser diferente.

Al salir del cuerpo físico sin salir de la vida, la criatura busca sus intereses, en el otro plano, y sigue viviendo de la misma forma que vivió hasta la tumba.

Si es así, todos los esfuerzos que emprendemos para perfeccionarnos intelectual y moralmente, incluso actualmente, no serán en vano.

¿Usted sabía?

¿Usted sabía que el periespíritu es conocido desde la más remota antigüedad?

Pitágoras lo denominaba como carne sutil del alma.

Aristóteles lo llamaba cuerpo sutil y etéreo.

Orígenes lo identificaba como aura.

Paracelso, en el siglo XVI, lo detectó bajo la designación de cuerpo astral.

Como podemos percibir, ese cuerpo con el cual se muestran los espíritus, ya era muy bien conocido, aunque tuviera denominaciones diferentes.
Allan Kardec, al codificar la Doctrina Espirita lo llamó de periespíritu.
(Basado en el libro Estudios Espiritas, cap. Periespíritu)
HISTORIAS MORALES

sábado, 20 de septiembre de 2014

Cuando una persona muere: separación cuerpo-alma.


¿Es dolorosa la separación del alma y del cuerpo?
"No, y a menudo sufre más el cuerpo durante la vida que en el momento de la muerte, pues el alma no toma parte alguna. Los sufrimientos que a veces se experimentan en el momento de la muerte, son un placer para el espíritu. que ve llegar el término de su destierro».

Durante la vida, el espíritu está ligado al cuerpo por la envoltura semimaterial o espíritu, y la muerte no es más que la destrucción del cuerpo; pero no la de la segunda envoltura que se separa de aquél, cuando cesa en él la vida orgánica. La observación prueba que en el instante de la muerte, el desprendimiento del periespíritu no es súbitamente completo; sino que se opera gradualmente y con lentitud muy variable según los individuos. En unos es bastante rápida, y puede decirse que con pocas horas de diferencia, el momento de la muerte es también el de la emancipación; pero en otros, sobre todo en aquellos cuya vida ha sido completamente material y sensual, el desprendimiento es mucho menos rápido, y dura a veces días, semanas y hasta meses, lo que no implica en el cuerpo la menor vitalidad, ni la posibilidad del regreso a la vida, sino una simple afinidad entre el cuerpo y el espíritu, la cual está siempre en proporción de la preponderancia que, durante la vida, ha dado el espíritu a la materia. Es, en efecto, racional el concebir que cuanto más se ha identificado el espíritu con la materia, tanto más trabajo ha de tener en separarse, al paso que la actividad intelectual y moral, y la elevación de pensamientos, operan un principio de separación hasta en la duración de la vida del cuerpo, de modo, que al llegar la muerte, es casi instantánea. Tal es el resultado de los estudios hechos en todos los individuos observados en el momento de morir. 
Estas observaciones prueban también que la afinidad. que en ciertos individuos persiste entre el alma y el cuerpo, es muy penosa a veces, porque el espíritu puede experimentar el horror consiguiente a la descomposición. Este caso es excepcional y peculiar de ciertas clases de vidas y de muertes, y se observa en algunos suicidas.
Libro de Los Espiritus.